El Museo Pigüé, frente a la compleja tarea de digitalizar sus tesoros históricos

El Museo Pigüé, frente a la compleja tarea de digitalizar sus tesoros históricos

Hemeroteca, archivos oficiales, biblioteca, documentaciones personales, datos privados de inmigrantes, registros de los primeros comercios de la ciudad y parroquiales, e información vital para la reconstrucción de árboles genealógicos. En otras palabras, tesoros escritos y gráficos que suponen una pieza fundamental en la historia de Pigüé y parte de la región.

Sin embargo, todo ese material que está guardado en el museo local, y que se puede consultar en prácticamente sin restricciones, lenta e inexorablemente se va encontrando con los problemas propios del paso del tiempo, de la fragilidad del papel muchas veces centenario y, en algunas ocasiones, de los descuidos de sus usuarios.

Además, el hecho de que las consultas deban ser presenciales prácticamente sin excepciones, provoca que el acceso a la información quede trunco casi desde un primer momento.

Por ello, desde el Museo y Archivo Histórico de Pigüé se han propuesto un objetivo por demás arduo y complicado: digitalizar y catalogar todo ese material, hasta hoy conservado en carpetas, folios y cajas, y subirlo a internet para que cualquier persona, no importa en qué lugar del mundo se encuentre, pueda acceder a él.

“El archivo del museo es enorme. Tenemos infinidad de documentos que son testimonios de la historia local y de la zona, con diversas temáticas -cuenta su titular, Mariana Walter-. Por ejemplo, la hemeroteca contiene toda la prensa impresa desde 1901 en adelante, a lo que se suman la biblioteca y la fototeca, además de los registros parroquiales y del juzgado de paz”.

Todo este material, explica, es de consulta permanente, ya sea por parte de investigadores, periodistas, estudiantes o historiadores locales, sino también de otras partes de la región, del país e incluso de distintos puntos del globo a través de las redes sociales.

Esto último supone un inconveniente, ya que al día de hoy ese material no es accesible a través de la red.

Por estas razones surgió la idea, y la necesidad también, de digitalizar el archivo para mejorar su accesibilidad en cualquier lugar del planeta y, también, para que toda esa información no termine perdiéndose o deteriorándose.

“Que todo el material estuviera digitalizado, catalogado y se pudiese ingresar a través de la web, sería un avance importantísimo, tanto para la democratización de la cultura como para facilitar el libre acceso a esa información cuando uno quiera, desde su propia casa”, explicó.

Para ello, días atrás el museo y el Amicale de Estudios e Intercambios Pigüé lanzaron una campaña para la adquisición de un laboratorio digitalizador, que comprende un escáner cenital y otro en V, además de dos computadoras con el software necesario para el proceso. Con un costo aproximado de 6.500 dólares, el valor incluye también un sistema de manejo de colecciones, fondos y los cursos de capacitación.

“Nuestra idea es instalar el taller en la casa de la alta torre del museo, y trabajar allí. Todavía no tenemos el dinero para la compra de los equipos, pero hay interés de varias instituciones culturales en ayudarnos; incluso, a través del Amicale, presentamos el proyecto y no se descarta la posibilidad de alguna entidad francesa”, sostiene Walter.

La labor no será sencilla. Por ejemplo, del período que va desde 1897 hasta 1934 hay más de 4 mil carpetas con legajos; a eso hay que sumarles una innumerable cantidad de fotos, publicaciones comerciales, escolares y mucho más.

“La llegada del equipo es fundamental para la conservación preventiva del material que tenemos, además de facilitar su acceso a través de la web. Más allá de su importancia para el museo, también permitiría digitalizar otros documentos. Además, al no haber ninguno en la zona, permitiría que otras instituciones pudiesen acceder a él para respaldar su información”, asegura.

 

fuente: La Nueva